noviembre 1, 2024

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Toluca: Hospital del Niño logra trasplante de riñón en una niña con síndrome de Down

<p>María es una niña de cuatro años que nació con síndrome de Down y una malformación a nivel de riñón, lo que le originó una enfermedad renal crónica; después de varias complicaciones las y los especialistas del Hospital del Niño, en Toluca, lograron practicarle un trasplante de riñón, ubicándose como un referente en la atención en todo el país. Esta unidad médica, que pertenece al Instituto Materno Infantil del Estado de México (IMIEM) es la única en la entidad en realizar trasplantes pediátricos que además de los protocolos, recursos y profesionales, requieren del compromiso, amor y optimismo, no sólo de los pacientes y sus familias, también del personal de las distintas áreas médicas. La coordinadora de Donaciones y Trasplantes del Hospital del Niño, Martha Alicia del Villar Vilchis, señaló que desde hace seis años y a pesar de la pandemia de covid-19, en esta unidad médica cada año se realiza al menos un procedimiento de este tipo. Todos con una historia de lucha, cansancio y esfuerzo pues las enfermedades renales crónicas presentan sus propias singularidades. María es una gran guerrera pues a pesar de su corta edad y de las adversidades a las que se ha enfrentado, le demuestra a sus padres y al personal médico que aún hay mucho que lograr, mucho por qué luchar, pues su pequeño corazón está lleno de energía, de esa magia que ha contagiado a todos quienes la conocen. María pasó por varios tratamientos y meses de hospitalización, primero para hacer frente a una cardiopatía, después para tratar una serie de infecciones urológicas y posteriormente una falla renal, hasta que requirió de hemodiálisis. Previo al trasplante, el urólogo pediatra de este hospital la intervino y fue así que María pudo recuperar un poco de función y en ese lapso, se preparó el protocolo para su trasplante. Una de las particularidades de este caso, señaló la especialista, fue el poder mostrar la urgencia de fortalecer la cultura de la donación de órganos, en la que se vea por la salud de todos los grupos de población, incluyendo a los niños y niñas con discapacidad, pues en el caso de María fue un factor que se trabajó de la mano con otros especialistas. “A veces pensamos que porque un paciente tiene alguna discapacidad entonces ya automáticamente no es candidato a tener un trasplante; de por sí la cultura de la donación es muy bajita y si le sumas los tabúes y que el paciente tiene alguna discapacidad, prácticamente son un reto estos pacientes”. Después de descartar a dos donadores, su mamá y su tía, se comprobó que María era compatible con su papá, Jorge Adrián Wong, quien hizo hasta lo imposible por ser el mejor donante y así regalarle esta nueva oportunidad. Una vez que se tuvo esta parte cubierta realizaron los exámenes previos, tanto análisis de sangre y orina, para descartar enfermedades y asegurarse que el trasplante se diera en las mejores condiciones, también se aplicaron pruebas de compatibilidad, que alcanzan costos de hasta 90 mil pesos, en el ámbito privado. En este proceso participaron subespecialistas en cardiología, urología, nefrología, psicología y radiología pediátricas, trabajo social, además de una valoración en el área de rehabilitación y de alta especialidad con un enfoque en síndrome de Down, a fin de contar con el equipo más especializado en el caso. “Una vez que transplantas a un niño mejoras completamente su calidad de vida y la de su familia, ves entrar a las mamás cuando sus hijos están en hemodiálisis y son unas caras de depresión, de tristeza, de desesperanza; cuando el niño sale del trasplante, nosotros lo citamos una vez a la semana y la cara de las familias y la cara de los papás cambia radicalmente y eso es lo que nos hace seguir, lo que nos mantiene, cada trasplante es mucho trabajo; pero los veo y con eso”, explicó la médica. Una vez que todo estuvo más que alienado se realizó el trasplante, para ello requirieron de una logística impresionante, ya que al menos dos de las salas de cirugías son destinadas a estas tareas, participaron equipos de especialistas en distintas áreas, además del trasplantólogo. “El crédito, pues yo creo que no es mío definitivamente el crédito es de María, María es una niña con discapacidad, de cuatro años, que es una excelente paciente, en ningún momento se movió, todo el tiempo estuvo tranquila, se portó súper bien, ha estado internada una y otra vez y aún así la niña sigue y no para”, subrayó. Luego del procedimiento es necesario un periodo de hospitalización de al menos 14 días, con una expectativa muy amplia, ya que se proyecta que este nuevo riñón le permita una mejor calidad de vida, por lo menos en los próximos 16 años. Después de meses de angustia, los papás de María, Paola Ávila y Jorge Adrián Wong, encontraron este rayito de esperanza, de tranquilidad, pues aseguran el cambio es notorio, por lo que agradecieron enormemente el apoyo y acompañamiento del personal de este hospital. «Nos sentimos ya más tranquilos porque fue un proceso difícil, duro; pero ya dimos ese gran paso, ya mucho mejor, estamos tranquilos, sí se ve el cambio definitivamente y va todo bien; ya sentimos un poquito de paz. Gracias de corazón desde el alma, desde que llegó al hospital todo el personal ha sido muy bueno, María cambió, fue otra niña, estamos muy agradecidos”, refirió Paola.