noviembre 22, 2024

Toluca Informa

Noticiero que avala

Los kenianos que se ganan la vida corriendo en Toluca, la ciudad más alta de México

Entre todas ellas destaca un grupo de atletas que corren sprints a toda velocidad, dejando atrás al resto de aficionados mientras se comunican entre ellos principalmente en swahili.

Grupos de kenianos como este son fáciles de encontrar en la vecina Toluca de Lerdo, al oeste de Ciudad de México. Este lugar se ha convertido en su hogar en los últimos años, a casi 15.000 km de su país natal en África Oriental.

Pese a la enorme distancia, los kenianos dicen que Toluca no se les hace tan diferente.

Y considerando que la gran mayoría de ellos se dedica al atletismo de manera profesional, aseguran que la capital del Estado de México tiene características casi perfectas para ellos.

«Toluca es bueno por la altura, y no hace tanto calor como otros lugares donde cuesta más entrenar. Donde vive mi familia en mi país es casi igual en altura y clima. Por eso no me costó adaptarme aquí, era como estar en Kenia», dice Musa Lemiukei, uno de los jóvenes corredores que llegó a México hace cinco años.

La ciudad más alta de México

Escoltada por el imponente volcán Nevado de Toluca, los más de 2.600 m sobre el nivel del mar de esta ciudad -la más alta de México- la hacen ideal para entrenar por la existencia de menos oxígeno.

Ello hace que los pulmones deban abrirse, se eleve la capacidad de transportar sangre y el cuerpo rinda más con menos esfuerzo cuando se regresa a una altura más baja.

Por ello, animados por la experiencia de otros compatriotas, Toluca es el principal destino en México elegido por los atletas kenianos que se mudan al país desde finales de la década de los 80 para vivir de los premios de competiciones.

Muchos lo hacen animados por la experiencia de compatriotas que ya viven aquí. Otros lo eligieron por su cercanía con Estados Unidos, bien porque antes vivían allí o porque planean llegar en el futuro al país vecino, donde establecerse como residente suele ser más complicado que en México.

Según Evanson Moffat, quien se dedica a la organización de eventos deportivos, Toluca llegó a acoger en su día a unos 100 kenianos. La mayoría llegó contratando previamente a «un mánager mexicano, afiliado ante la Federación de Atletismo», quien se encarga también de la invitación para lograr su visa de entrada a México asumiendo su representación profesional en el país.

Actualmente, en cambio, Moffat cree que el número de compatriotas en la ciudad no llegará a 30.

«La pandemia hizo que muchos se fueran porque se dejaron de hacer maratones y no tenían de qué vivir. Pero ahora esperamos que vayan regresando», le dice a BBC Mundo el empresario, quien se trasladó de Kenia a México en 1998 con el sueño de «ver a un mariachi en vivo» y con interés por aprender español.

Entrenando desde niños

Tras hora y media de intenso ejercicio en Metepec, el grupo de kenianos se cambia de ropa mientras charlan y bromean entre ellos.

José Gutiérrez, un joven de solo 20 años que ya compite en algunas pruebas, es el único mexicano que ha entrenado con ellos.

«Los conocí en la Alameda 2000 [el parque de Toluca donde suelen correr principalmente] y ahora les acompaño lunes y miércoles porque son muy buenos. Especialmente Hillary, aunque ahora creo que ya no está corriendo», le dice a BBC Mundo.

Hillary Kimaiyo, también presente en el grupo, es en efecto uno de los corredores basados en México con más premios dentro y fuera del país. En 2011, batió un récord al correr el maratón (42,195 km) más rápido en territorio mexicano con un tiempo de dos horas, ocho minutos y 17 segundos.

«Vivimos para correr y corremos para vivir», le cuenta a BBC Mundo el deportista de 41 años para subrayar la dedicación exclusiva que le dan a su preparación y a las competiciones, a las que planea regresar tras un tiempo alejado del primer nivel.

«Hillary lo ganó todo en México», coincide Rodolfo Obregón, comisionado de carreras de ruta de la Federación Mexicana de Asociaciones de Atletismo, cuando se le pregunta por el atleta keniano más destacado en los últimos años.

«En su momento, estos corredores fueron el gran atractivo para los organizadores. También a veces hace que los mexicanos no se interesen tanto por participar en pruebas porque, al estar los kenianos, creen que van a tener menos posibilidades…», agrega Obregón en entrevista con BBC Mundo.

Kimaiyo tiene la explicación de por qué sus compatriotas suelen copar el palmarés de tantas competiciones de atletismo: las grandes distancias que desde niños tienen que recorrer en Kenia para ir a la escuela, regresar a comer, y hacer el mismo trayecto de ida y vuelta en la tarde.

«En total, podías correr 30 o 40 km al día sin darte cuenta de que era un ejercicio. Ahora todo ha cambiado porque hay muchas más escuelas privadas, los papás llevan a los hijos en carro… Verás que, en el futuro, no vas a ver atletas de África como nosotros», pronostica.

Eliud Kipchoge, también keniano, revalidó en Tokio 2020 el título olímpico de maratón logrado en Río 2016 y también posee el récord del mundo de la distancia con un tiempo de dos horas, un minuto y 39 segundos.

Picante vs. ugali

Tras el entrenamiento, los kenianos de Toluca se suelen reunir en casa de alguno de ellos para almorzar, charlar o simplemente pasar el rato.

Esta vez es Kimaiyo quien los recibe en su vivienda, donde entre varios preparan pollo y ensalada con ugali (una masa hecha de harina de maíz o mandioca) que después degustan con las manos. «En nuestro país se come así», explican con una sonrisa.

Mientras almuerza, Lemiukei cuenta que no ha conseguido acostumbrarse al picante tan típico de México. Tampoco al tequila porque «está fuerte». Lo que más le costó al llegar fue aprender español. Y lo que más le gustó, dice, es la amabilidad de la gente mexicana.

La mayoría de ellos comparten pequeñas viviendas para abaratar gastos. «Vivimos de correr para ganar premios con los que pagamos la renta y mandamos dinero a nuestras familias», dice el joven atleta.

Sin embargo, la ausencia de pruebas durante la pandemia hizo que algunos de ellos tuvieran serias dificultades económicas. «Hasta que conocidos mexicanos venían con un regalo de comida. Fue bonito», recuerda.

Depender únicamente de las competiciones les supone un ingreso inestable y que depende de la clasificación y el tipo de prueba.

Lemiukei se llevó 4.000 pesos (unos US$195) por la última carrera que ganó. Sin embargo, el maratón de CDMX -el más importante del país y en el que Kimaiyo se impuso en tres ocasiones- premió el pasado año con hasta 550.000 pesos (US$26.920).

Quedarse o regresar a Kenia

El atletismo fue, precisamente, lo que unió a Kimaiyo con su esposa mexicana. Ambos se conocieron entrenando en 2011 en un parque de Toluca en el que ella corría solo como aficionada.

Lo curioso es que, sin saberlo, ya se habían visto por primera vez tres años antes, cuando ella acudió como público al Maratón de Ciudad de México y tomó una foto de quien iba en primer lugar. Tiempo después se dio cuenta de que aquel ganador de la imagen era su marido.

«Nos hemos adaptado bien pese a las culturas diferentes en todos los aspectos», le dice a BBC Mundo su esposa, Yenie Nava, cuando llega a la casa tras recoger de la escuela a los dos hijos de la pareja.

Aunque la mujer cree que los kenianos son en general bien acogidos en México, sí reconoce que en un principio incluso su propia familia se vio sorprendida al conocer a alguien «llegado desde tan lejos».

«Cuando vamos a carreras en pueblos pequeños, todo el mundo mira y se quiere tomar una foto con él. Y cuando voy con mis hijos por la calle sola, a veces me preguntan si son míos», explica.

Al margen de viajes esporádicos a Kenia, el proyecto de vida de la familia Kimaiyo pasa por quedarse en México, donde Hillary quiere ampliar la escuela que abrió como entrenador y donde está previsto que crezcan sus hijos, a quienes su madre define como «80% mexicanos».

Al acabar la comida en su casa, el grupo de kenianos se relaja haciendo llamadas a familiares y amigos o viendo televisión con noticias de su país. Este mes de agosto hay elecciones presidenciales y algunos discuten sobre quién será la mejor opción.

Lemiukei, quien planea ahorrar en México hasta conseguir una beca deportiva con la que poder mudarse a EE.UU. para estudiar Ciencias Políticas, está muy interesado en el tema.

«Los gobiernos (kenianos) prometen mucho y luego no lo hacen. Por las carreteras no puedes circular cuando llueve, en mi tribu las mujeres todavía se casan muy jóvenes y sin tener educación superior…», opina.

«Así que mi sueño es estudiar y volver a Kenia. Y poder quizá ser alcalde de mi ciudad para representar a la gente y tratar de mejorar lo que no está bien allá», fantasea con una sonrisa antes de regresar a la casa que comparte con otros corredores.