Autoridades y sociedad normalizan la inmundicia ambiental.
La capital del Estado de México ha registrado los peores niveles de contaminación del país durante dos años consecutivos: en 2020 alcanzó un promedio de 27.1 microgramos por metro cúbico (µg/m³), de acuerdo con el Informe Mundial sobre la Calidad del Aire 2020, elaborado por la compañía IQAir.
Este informe posiciona a Toluca en el cuarto lugar de las urbes más contaminadas de Latinoamérica, por debajo de tres metrópolis chilenas; también es la sexta ciudad más contaminada de Norteamérica, detrás de cinco ciudades de Estados Unidos.
A nivel mundial, el informe evalúa a 5 mil ciudades del mundo y Toluca se encuentra en el lugar 485.
Los índices destacan que, mensualmente, la calidad promedio del aire se mantuvo en la categoría de moderada durante el año, a diferencia del resto de ciudades que tuvieron meses con mejoras en sus índices.
De acuerdo con varios estudios, diferentes factores se combinan para mantener los altos índices de contaminación en la capital: la industria altamente concentrada en Toluca, las condiciones del transporte público y el hecho de que al ser una ciudad tan extensa, hay que recorrer las distancias en vehículos motorizados, aunado a que hay una mayor superficie de asfalto expuesta lo que libera más contaminantes con la exposición al sol.
Contaminación y daños a la salud
Toluca es el segundo municipio del Estado de México con más defunciones por covid-19 y además es una de las ciudades más contaminadas del país. Estudios señalan que la contaminación se asocia con el incremento de la mortalidad por el virus SARS-CoV-2.
El estudio “Asociación entre mortalidad por Covid-19 y contaminación atmosférica en ciudades mexicanas”, publicado en mayo de este año, señala que existe una asociación entre las concentraciones crónicas de contaminantes atmosféricos y un incremento en las tasas de mortalidad por covid-19.
De las 25 ciudades analizadas en el estudio, Toluca ocupa el quinto lugar con mayor promedio de contaminación por dióxido de nitrógeno (NO2). La mayor parte tiene su origen en la oxidación del óxido de nitrógeno (NO) que se produce en la combustión de los motores de los vehículos, fundamentalmente el diésel —como en el caso del transporte público—. El NO emitido por los motores, una vez en la atmósfera, se oxida y se convierte en NO2.
También se sabe que la exposición continúa NO2 se relaciona con diversas enfermedades de las vías respiratorias, como la disminución de la capacidad pulmonar, bronquitis agudas, asma y se considera el culpable de los procesos alérgicos, sobre todo en niños. Se ha relacionado las exposiciones crónicas a bajo nivel con el enfisema pulmonar.
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